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Aquí el arroyo
acaba entre basuras…
Ahora es barro.
Nuevos vecinos
traen techos y bloques.
Huyen los pájaros.
Senda empinada.
Lodo y cemento al borde,
donde hubo flores.
Tras la ventana,
ronronean los carros
en la oscurana.
Brisa del alba.
Sube hediondez de cloaca
de la quebrada.
Brillan seis rostros
cuando la luz se cuela
bajo la puerta.
Pasa un camión.
Lo miran fijamente
los carroñeros.
Cantos y trinos.
No, no están en las ramas,
si no en las jaulas.
Tras una reja,
la niña en el balcón
contempla el mundo.
Al medio día,
sobre risas y llantos,
nubes oscuras.
En cada mayo,
el viento repentino
truena portazos.
Primeras gotas.
En las casas sin techo,
lloran los niños.
Melenas de agua y
hojitas de bambú,
sobre el asfalto.
Hijo con gripe.
Camino al hospital
muere en sus brazos.
Vieja en harapos.
Al beber del desagüe
arruga el rostro.
El metro lleno.
Se enjuga frente el vidrio
los ojos húmedos.
Calles oscuras.
Caminando de vuelta.
Nadie me espera.
Toque de queda.
Apagón y patrullas…
Gritos de madres…
Dice piropos
y lamentos amargos.
Viejo borracho.
Luz de la aurora.
Con olor a café
despierta el barrio.
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